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miércoles, 27 de agosto de 2008

Capítulo II. Mis primos y mis cumples

Con quienes pasaba más tiempo jugando era con mis primos, Úrsula y Samuel, ya que cómo sus padres se iban a trabajar, ellos se quedaban a cargo de mi madre.

Con quién mejor compaginaba era con mi primo, ya que el sólo me llevaba dos años y mi prima cuatro y ya iba más a su bola.

Samuel y yo jugábamos a las tiendas, con las movidas de Lego, a las muñecas… de todo un poco, aunque a lo que más; era a las tiendas. En mi casa teníamos casi un centro comercial montado. Allí vendíamos de todo, y así pasábamos las tardes.

En verano, mi madre nos dejaba bajar al aparcamiento, que era el aparcamiento que tenían los del restaurante de al lado de mi casa. Entonces allí solíamos jugar a más cosas, al balón, a las raquetas, a la mariquitilla… aunque también había días en los que jugábamos a las tiendas. Pobre de mi primo! Sólo jugaba a juegos de niña, pero aún así, el parecía feliz.

En aquellos años éramos inseparables, a donde iba uno, allí iba el otro, una pena que poco a poco nos fuésemos distanciando, porque… ¿recuerdas? Siempre decíamos que hacíamos un buen equipo, aunque quién más lo decía era mi primo, cuando hacía algo malo y me llevaba yo las culpas por ser la pequeña, por ejemplo, cuando le comíamos el jamón a nuestros abuelos, el decía que se tenía que comer el trozo más grande porque el era más grande, y cómo yo le creía, decía que hacíamos buen equipo. ¡Qué recuerdos aquellos! También hacíamos buen equipo cuando estaban el y su mejor amigo de la infancia, Dani, jugando al balón, y cómo ninguno quería quedarse de portero, pues me ponían a mi, y claro, así siempre marcaban. Si, si! Eso es hacer un buen equipo y el resto son cuentos.

Lo mejor era cuando llegaba mi cumple, montaba una gran fiesta para todas las amigas, y mis primos tampoco faltaban. Cómo sólo se celebraba una vez al año pues siempre intentaba que fuese lo más inolvidable posible.

Mi madre nos hacía un menú muy variado, que si sándwiches de todo lo que se te podía pasar por la cabeza, patatas de jamón, saladas, onduladas, lisas, pelotazos, chocolatinas, galletas de chocolate, con mermelada, pasteles… ¡y cómo no! ¡Lo que no podía faltar! ¡La tarta! Siempre era casera, y la que más me gustaba era la tarta de galleta con chocolate y crema. Mmm! Para chuparse los dedos!

Después de la gran merendola que nos tomábamos, yo siempre tenía una gran variedad de juegos organizados. Lo que nunca faltaban eran globos colgados desde el techo, y en el interior llevaban harina y un pequeño premio, después jugábamos al juego de las manzanas, de dos estilos, las manzanas colgadas desde el techo, y las manzanas en un cubo con agua. Llegados a este momento, haceros a la imagen, primero harina, luego agua… y no es muy buena la combinación. También solíamos jugar a encontrar el tesoro siguiendo unas pistas que iva escondiendo por toda la casa, algunas veces organicé concurso de disfraces, concurso de adivinanzas, saltar a la comba… y aún me acuerdo de un año, cuando fue el Bom de las Spice Girls, que 4 amigas y yo preparamos un Playback para el resto de los invitados, y las intentamos imitar lo mejor posible, y si no recuerdo mal, aún recibimos un gran aplauso. Normalmente, la fiesta no acababa hasta las once o doce de la noche, hasta que mi padre cogía el coche, y tras varios viajes, dejaba a todos los invitados en sus casas. En resumen, que esto de vivir el cumpleaños a todo lo grande… ya es una costumbre desde pequeña, y de momento, con 19 años, me sigue haciendo ilusión cumplir años, y espero tener esta ilusión durante muchos años más.

Hasta aquí el segundo capítulo, empezaré a escribir el tercero lo antes posible, ya que tengo muchas cosas que contar, y esto es solo la introducción, ya que en estos dos primeros capítulos no hay acción, intentaré contar algo más interesante en el próximo.

Por favor, si llegaste hasta este punto, deja algún comentario, sea bueno o malo, simplemente para saber la opinión de la gente sobre esto y poder corregir mis errores que seguro que no son pocos. Pero una cosa creo tener clara, yo diría que después de leer esto, seguro que vuelves a recordar cosas de tu infancia. Y eso siempre suele arrancar una sonrisa.

jueves, 21 de agosto de 2008

Capítulo I. Párvulos.

Pues cómo ya he dicho, al fin me he decidido a contar un poco de mi vida, y todo esto siguiendo el consejo de amigos y conocidos, pues cada vez que cuento algo de mi vida les impresiona, y me dicen que mi vida no es de una persona normal, que podría escribir un libro. Eso va a ser algo complicado, entonces siempre queda la opción de recurrir a Internet, y a este invento de los Blogs.

El problema es saber cómo y por donde empezar, a lo mejor no es muy buena mi escritura ni mi expresión, pero también hay que tener en cuenta que soy una simple aficionada en esto de la escritura.

Nací en el año 1988 en una parroquia de Salceda de Caselas, ayuntamiento de Pontevedra. Aquí viví hasta los 17 años con mis padres, en una casa de alquiler, pues no podíamos permitirnos otra cosa. Aún así, siempre tuve todo lo necesario para vivir y ser feliz. Gracias a Dios, tengo unos padres que siempre me dieron todo su amor y apoyo, aunque también tenemos nuestras discursiones y malos momentos, pero eso es normal hasta en las mejores familias.

Aquí, en Vendanova, donde viví mis primeros 18 años de vida, tengo muchos recuerdos, buenos y malos. Los cuales recuerdo desde que iba a preescolar. Allí fue donde conocí a Isabel, llamémosle Isa. También conocí a Laura, Silvia, Diana, Rafa, Zalo, Denis, Oscar, Dani... Pues todos aquellos niños de mi edad y un año mayores que yo que vivían en San Jorge.

Cómo es normal con esa edad, montábamos de las nuestras, aunque muchas veces lo hacíamos inocentemente. Qué años aquellos, en los que tu única preocupación era encontrar algo a lo que jugar sin aburrirse, y nunca te enamorabas de tal manera en la que acabases cogiendo una depresión, no tenias que preocuparte de si llegabas a fin de mes, que si se te acumulaban las letras de los créditos, de que si te quedabas sin trabajo, la discusión más grande que podías tener era por un juguete… ojalá pudiésemos volver a aquellos años, aunque solo fuese durante un instante.

Nuestro cole era el mejor. A media mañana hacíamos una cola, para que nuestra profe nos diera un vasito de leche fría, y después nos tendía una alfombra en donde nos acostábamos todos y dormíamos un poquito. Al despertar, nos dejaba jugar, si hacía buen tiempo salíamos al parque y jugábamos a la pita, al escondite o andar un poco en los columpios. Si hacía mal tiempo jugábamos en la arena, ahí ya no nos controlaba todo el tiempo la profe y es cuando hacíamos de las nuestras. Normalmente a lo que jugábamos allí era a los médicos, y los médicos siempre eran los niños, y las niñas éramos las pacientes. Lo que me pregunto yo… cómo es que ninguno de mis compañeros de preescolar no se sacó la carrera de ginecólogo?? Porque, por tener, ya tenían vocación desde párvulos. O la vocación era la de pervertidos?? Bueno el caso es que nosotros pasábamos el tiempo. Después de ese recreo entrábamos otra vez para el aula, y seguíamos jugando, allí jugábamos a las tiendas, a las mamás y papás… todos esos juegos a los que suelen jugar los niños de esas edades.

Bueno, queridos lectores, hasta aquí el primer capítulo, para empezar ya se me está haciendo algo complicado, y tampoco quiero saturarme. Espero que fuese de su agrado. Intentaré actualizar lo más a menudo posible. Y espero que me dejéis vuestras críticas.